RETRATO DE UN PROFESOR
Nabor Andariza Tobar, era profesor; recuerdo que fue mi profesor jefe, mi profesor de Ciencias.
Que hermosos e inolvidables momentos se atropellan
vertiginosamente en mi mente, evocando instantes mozos de aquel inexperto y
joven imberbe que recién comenzaba a empaparse del espíritu febril de nuestro
querido, añorado y recordado Liceo Eduardo De La Barra.
Nabor Andariza Tobar, era un hombre de complexión
serena, de naturaleza bonachona, de mirada extenuada, pero a la vez cándida y
perspicaz, que evidenciaba con sencillez un rostro sellado con la brisa del
tiempo, frisando en el epílogo de su trascendente existencia.
Nabor Andariza Tobar, era un hombre de rostro bondadoso, de
pelo cano, de bigote sutil y armiño de invierno; siempre bien dibujado, bien
atusado y acicalado con delicadeza que junto a una sonrisa amable brindaban
siempre a su rostro un carácter de hombre bueno, señero y paternal.
Nabor Andariza Tobar, era un hombre de baja estatura,
de andar cansino, de estructura anatómicamente armoniosa y de gestos y
actitudes pausadas y de formal recato.
Al hablar, siempre denotaba perspicacia; agudeza en
sus pensamientos, siempre con excelsa coherencia en sus expresiones, argumentos
y dichos.
Nabor Andariza Tobar, era un hombre egregio, un
humanista, un filántropo y más que un profesor, un maestro; un maestro, que
derrochaba en experiencia, en un agudo conocimiento de la vida y en una
instrucción de excelencia.
Nabor Andariza Tobar, fue mi profesor, fue profesor
por muchos años, fue profesor de muchas generaciones liceanas, pero con una
profunda y acendrada vocación; siempre recto, caballeroso, sobresaliente en su
talante, sobremanera; siempre resaltando e inculcando a sus discípulos, los
principios y los valores más sublimes que puedan distinguir y enaltecer al
hombre de bien.
Nabor Andariza Tobar, era un hombre noble, de sólidos
y fundados principios; benevolente, sencillo, docto, mas severo y exigente,
estricto y riguroso en lo formativo y personal.
Nabor Andariza Tobar, siempre vestía y lucía formal,
siempre decoroso y de traje bien planchado, dejando entrever del bolsillo de su
saco, un pañuelo delicadamente bien dispuesto en su justa medida y en su lugar;
la corbata bien ceñida, muy al centro de la camisa y zapatos que daba gusto ver
brillar, todo en un conjunto concomitante con su distinguida anatomía.
Nabor Andariza Tobar, fue mi profesor, mi primer
profesor jefe de la Enseñanza Media; fue mi guía y mi instructor; mi formador,
mi derrotero, mi ejemplo a seguir.
Nabor Andariza Tobar, fue mi profesor y a quien
recuerdo con profunda añoranza y hondo agradecimiento; fue profesor e
instructor de muchos alumnos y muchos discípulos que no me cabe duda, también
lo recuerdan con predilecto cariño y hondo sentimiento, sobre todo, de aquellos
auténticos liceanos que llevan grabado a fuego en sus corazones, los sagrados
principios del honor, el deber y la unión que destacan a nobles, viriles y
gentiles generaciones de hombres y mujeres que tuvimos el honor de ser alumnos
de un gran profesor, de un eximio maestro, de un destacado instructor, de un ilustre
formador.
3 Comments:
Hermoso texto. Él fue mi bisabuelo. Si bien no lo conocí personalmente, viví casi toda mi vida con su hijo (mi abuelo), Nabor Andariza Schmitz, quien falleció el año pasado a los 93 años. Puedo decir de él que también fue un hombre honorable, quien sacrificó su bienestar económico para mantener a sus nietos. Encarnaba a la perfección las virtudes marciales y la nobleza humana. Orgulloso de haber sido su nieto. Saludos.
Nabor Andariza Tobar era mi abuelo querido. Qué emoción que un ser tan entrañable para mí,sea recordado con tanto cariño, respeto y admiración por quién fue su alumno. Mi abuelo amaba su querido Liceo Eduardo de la Barra, y amaba hacer clases.Enseñaba no tan sólo las materias pertinentes, sino también valores y principios, especialmente con su ejemplo. Siempre admiré su impecabilidad,su caballerosidad (saludaba sacándose el sombrero cada vez que alguien conocido se cruzaba en su camino), su amor por la familia y por la Madre Naturaleza.Trataba a todos con el mismo respeto y dignidad, desde la figura más prominente, hasta el humilde jardinero que trabajaba en su jardín.
Como nietos, cuando nos "portábamos mal",no necesitaba decir ni una sola palabra,una mirada... y comprendíamos.
Recuerdo cuando pasaba a nuestra casa después de su jornada laboral, y después de tomar un reconfortante café con tostadas, me ayudaba con mis tareas de francés, con infinita y amorosa paciencia.Incluso una composición sobre las vacaciones fue casi completa obra de él. En vacaciones de invierno solía releer a Alexander Dumas y otros autores de su agrado.
También recuerdo que en la época estival(vacaciones) haciéndoles clases a alumnos que lo necesitaban para dar los exámenes de marzo; esto por los ruegos de las mamás y por pura vocación y bonomía, sin cobrar un sólo peso.
Agradezco a la Vida por haber sido tan afortunada de tener un abuelo tan admirable y, por lo mismo,inolvidable por sus grandes virtudes (en el más hondo y clásico sentido de la palabra).
Y también agradezco infinitamente y de todo corazón, a quién escribió esta semblanza. Yo no podría haberlo hecho mejor.
Tuve la suerte de ser alumno del profesor Nabor Andariza Tobar, cuando mi madre logró matricularme con 11 años,
en 1972, al 7mo A. Él fue mi profesor jefe y fue quién me dijo un día que yo tenía perfil científico humanístico. No se equivocó. Años después, estudié y me titulé de Ing. Civil Electricista en la UTFSM.
Hoy me acordé de él, como siempre, cada vez que uso unos zapatos cafés, similares a los que el usaba resplandecientes, con su terno café y camisa blanca.
Recuerdo.
Jaime González A.
26.06.23
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